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La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas

JUSTICIA

JUSTICIA

España está atónita. Un nuevo varapalo, esta vez avalado –según dicen- por la justicia se ha cernido sobre la cabeza, y las almas, de los españoles en general y sobre las víctimas del terrorismo en particular. De nuevo esa panducha, esa gentuza que, aparentemente han abrazado la democracia, se han vuelto a reír de nosotros, esta vez avalado por la justicia.

Otro mal nacido se ha salido con la suya y a los españoles nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Podría decir que estoy indignado, pero me quedaría corto. Hoy tengo el cuerpo contrariado. Tengo el corazón que late irregularmente. No sabe si pararse o ponerse a dos mil.

Me parece que, nuevamente, el gobierno nos trata de imbéciles integrales. También nos trata de igual modo el sr juez. En un primer momento porque es el gobierno el que le ha concedido el tercer grado penitenciario a un asesino –no presunto- de tres ciudadanos españoles (de segunda clase porque no son pertenecientes a ninguna banda terrorista) y secuestrador –no presunto- de otro ciudadano, también de segunda clase. Le han concedido el tercer grado ya que es la manera de que se le pueda agraciar con la libertad, porque es uno de los requisitos imprescindibles para otorgarle la condicional.

Cierto que está enfermo, pero se le puede tratar, como lo están haciendo ahora, desde la cárcel trasladándole al hospital a darle el tratamiento debido hasta el fin de sus días. Se le puede dejar, por razón humanitaria que sus familiares estén en la habitación hasta que extinga su pena o se extinga la vida, lo que antes le llegue. Esto sería humanidad y no lo que, desde las instituciones, ejecutiva y legislativa, le han regalado al indeseable y, por extensión, a la banda terrorista.

Sr juez, no le voy a enseñar leyes ni, mucho menos su aplicación, pero, según sus palabras la cárcel no cumple, ya, la finalidad socializadora que tiene atribuida. En el caso de este ser despreciable ningún día de su estancia en la cárcel ha cumplido esta finalidad. No se ha arrepentido. Ha seguido, y sigue las consignas de la banda y, sin embargo se aferra a la justicia española, ahora, mientras durante su juicio no quería reconocer al juez que le estaba juzgando por sus asesinatos.

Sr. juez, no le voy a explicar lo que dice el artículo 92 del Código Penal español, aun en vigor –creo, porque ya no sé estar seguro de casi nada- pero aporta un verbo que Vd. ha querido “interpretar” y ese es que “podrá” autorizar la libertad condicional… Repito “podrá”. Es decir el articulo no le obliga a dejarle en libertad por la presión de unos pocos, presuntos, simpatizantes de E.T.A. y pasando de los informes de fiscalía, médicos…etc. y el 99% de la petición del resto de la sociedad española que le “sugería” que siguiese en la trena.

En fin, que se fue a visitar al enfermo para llevarle bombones y la buena nueva haciendo el daño mas horrendo que nos podía hacer al resto de los españoles.

Se le puede tratar, como digo, desde la cárcel. Hacerle la enfermedad llevadera dentro de lo que cabe, haciéndo que la guardia civil le traslade desde la prisión al hospital para que pueda comprobar, de primera mano, como esos servidores de la sociedad, compañeros de los que el segó sus vidas, le tratan con el respeto que él no demuestra hacia ellos ni hacia el resto de la sociedad.

Y, como no quiero que nadie se quede sin su ración de mi rabia, ahora le doy la de cal al gobierno. A ese que le ha concedido el tercer grado para que tuviera los requisitos exigidos para regalarle la libertad y el trato humanitario que él no tuvo con Ortega Lara. Al resto de los partidos políticos que se han metido al mismo saco diciendo que no van a ir contra el gobierno, aún cuando toda la sociedad de bien nos estamos poniendo en contra. Sr PP, Sr PSOE… etc., soliciten que la fiscalía recurra y apoyen ese recurso con toda la fuerza de su corazón. Con toda la fuerza y la memoria de esos, casi, 900 muertos asesinados por E.T.A. y que ahora están enterrando en el olvido. Creo, por último, que todos han querido mirar a otro lado para que, de nuevo, nos vuelvan a abofetear la otra mejilla. D. Mariano, al final estoy muy cansado de recibir tan mal trato. 

 

Ramón Varela

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