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La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas

Reseña de Eleuterio Fernández Guzmán en Infocatolica.com

Reseña de Eleuterio Fernández Guzmán en Infocatolica.com

Un libro aleccionador: "La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo"

A lo largo de los últimos años se han escrito, seguramente, miles de libros que han tratado el terrorismo. Así, bien sea refiriéndose al que se ha dado en España (ETA, GRAPO, Terra Lliure, GAL, etc.) o al internacional (preferentemente el que se funda en creencias exacerbadas del Islam) muchas personas han dedicado su tiempo, a veces por haberse visto afectadas por actos terroristas, a desentrañar los interiores de terrible fenómeno humano.

Es cierto, entonces, que cada cual se ha dedicado a analizar el terrorismo desde muchos, y particulares, puntos de vista.

El libro del que ahora escribo, “La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo” se enfrenta al terror desde muchos puntos de vista. Podemos decir que el navarro Fernando J. Vaquero Oroquieta, ha tratado de que conozcamos el terrorismo a sabiendas de la dificultad que tal realidad social y política tiene. Así, por eso mismo, las respuestas a las preguntas que se hace en los 11 capítulos que comprende el libro, junto a un interesante Prólogo escrito por don Antonio Beristain Ipiña (Que fuera Fundador y Director Honorario del Instituto Vasco de Criminología y fallecido el 29 de diciembre de 2009) nos sirven para darnos cuenta de que el terrorismo es una realidad triste pero, seguramente, vencible.

Define Oroquieta el terrorismo (p. 30) como “el empleo por parte de un grupo clandestino jerarquizado, subnacional o transnacional, de una violencia indiscriminada, como principal instrumento coactivo para la extensión de un régimen de terror y la difusión de su propaganda entre amplios sectores sociales, al servicio de los objetivos políticos derivados de su ideología”.

Además, el terrorismo, a veces, es considerado como un sucedáneo de la religión. Así se pregunta el autor del libro para acabar reconociendo que, al fin y al cabo, eso es difícil de entenderlo así porque si cualquiera religión se fundamenta en la realidad de aclamarse a Dios porque el hombre se considera de una naturaleza inferior a la del Creador, “para el terrorismo, por el contrario y al igual que muchas corrientes filosóficas hoy dominantes, el hombre todo lo puede” (p. 49) porque, al fin y al cabo, resulta difícil entender que lo religioso tenga que ver con el terrorismo sino, en todo caso y cuando eso pueda pasar (caso del yihadismo) se trata de una perversión del sentido que de lo religioso tienen algunas personas.

Vaquero Oroquieta se adentra en multitud de aspectos que hacen muy interesante el libro que ha escrito. La dolorosa realidad del terrorismo no puede ser encarada si no se trata de reconocer todo lo que afecta tal forma de actuar y tal forma de entender lo que en el mundo pasa.

Así, por ejemplo, es bien cierto que frente a la pretensión de dejar de atribuir al terrorismo algún tipo de lógica es más verdad lo contrario o, lo que es lo mismo, que “los terroristas sí siguen una ‘lógica interna’ muy coherente dictada por un cálculo de coste/beneficio y con el soporte que proporciona el análisis de la realidad asentada en una ‘cosmovisión’ total”. Por eso es tan importante luchar contra tal visión de las cosas que deja de tener en cuenta a los seres humanos como lo que son y los trata como meros peones de su dolorosa partida de perverso ajedrez.

Por otra parte, el odio se acaba asumiendo por aquellos grupos cerrados, sectarios, que se conforman a los dictados de sus líderes. Tal cosa pasa con el terrorismo en los que “crece la percepción popular de que los grupos terroristas son verdaderas sectas, lo que se deduce del fanatismo que exhiben los militantes de tales grupos” (p. 102). Así la ruta del odio tiene un origen claro que, luego, tiene un recorrido de sangre claro y bien delimitado.

Pero el odio y la ruta que ha ido recorriendo a lo largo de la historia terrorista, no es algo con lo que se nazca sino que, al contrario, “No existe, por tanto, una predisposición fatal y ‘genética’ al terrorismo” (p. 144) sino que es el individuo el que se alinea con tales posiciones políticas exacerbadas.

Por otra parte, se duele (con razón) Vaquero Oroquieta del silencio y del olvido, que, durante décadas, a los que fueron sometidas las víctimas del terrorismo. Por eso “costo años en invertir esta auténtica perversión social. Y fueron los supervivientes de los atentados y sus familiares quienes lideraron – ante la indiferencia de los poderes públicos y de buena parte de la sociedad- ese movimiento reparador” (p. 168).

También se adentra el autor de “La ruta del odio” en la historia del terrorismo (Capítulo VII) que es la expresión, precisamente, del camino que ha seguido el Mal aprovechándose de los egoísmos de los seres humanos y de las sinrazones que han fundamentado sus actuaciones.

Por abundar en una realidad como es la terrorista, el Islam y el terrorismo (Capítulo CVIII) es tratado en el libro como lo que es y que pone en palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando dijo que “La instrumentación de las energías religiosas en función de la política es algo muy cercano sin duda a la tradición islámica. En consonancia con esto, se ha desarrollado, en relación con el fenómeno de la resistencia palestina, una interpretación revolucionaria del Islam que roza la teología cristiana de la liberación, y que la hecho con facilidad una mezcla del terrorismo occidental, inspirado por el marxismo, y el islámico” (p. 237).

Además, por supuesto Oroquieta dedica unas buenas (por el análisis) páginas a ETA y a los GRAPO como realidades terroristas españolas. Así, se pregunta si ETA nació en un seminario (p. 272) y si quiénes fueron los GRAPO (p. 277) y, sobre todo, cuáles fueron las razones que hicieron que los terroristas etarras acabaran teniendo un arraigo social que no alcanzaron los segundos. Por eso dice que son “un movimiento social vivo alimentado por el nacionalismo preexistente; y un Estado en buena medida inhibido, lo que le ha facilitado el desarrollo de unos espacios propios en la vida pública” (p. 282).

Por todo lo dicho hasta ahora, “la sociedad civil tiene que hacer oír su voz cuando sufre cualquier tipo de agresión, y debe participar en política a través de los cauces legales establecidos” (p. 354). Pero es que, además, “sólo es posible un camino para las sociedades modernas retadas por terrorismo. Que no es otro que el marcado por una lucha sin desmayo contra todas sus formas, con una decidida voluntad de victoria desde valores firmes, con la esperanza en un posible cambio personal de los terroristas, suscitado por encuentros rehuminazadores, siempre apoyado en los recursos lícitos del Estado de derecho y los imprescindibles instrumentos de la cooperación internacional. Para derrotar al terrorismo, para desterrar al odio” (p.390).

Y acaba con un “Amén” que dice mucho del sentido que ha querido darle a su libro. En realidad Vaquero Oroquieta no ha mostrado odio alguno en las más de 400 páginas que ha escrito sino, al contrario, una aportación serena a la comprensión del terrorismo. Y eso, dadas las circunstancias, no es poca cosa sino, al contrario, una muy importante y necesaria forma de comportarse.

No puedo dejar de mencionar los cuatro Apéndices que nos regalado el autor del libro. Así, por ejemplo el dedicado a relacionar 100 títulos en castellano de libros escritos sobre el terrorismo; relación de 100 efemérides relacionadas con actos terroristas y que, muy justamente, dice que son para la ignominia; relación de 100 organizaciones terroristas que muestra hasta qué punto deberíamos preocuparnos por el terrorismo y, por último, relación de 100 direcciones sobre terrorismo en internet.

Por eso, según lo aquí apuntado, el libro de don Fernando J. Vaquero Oroquieta vale la pena ser leído porque puede ser una vacuna importante para ciertos pensamientos escasamente exigentes con el terrorismo.

Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:

-Para todas aquellas personas que quieren tener un conocimiento certero de la verdad sobre el terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieren saber todo lo relacionado con el fenómeno terrible del terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieran responderse las razones de existencia del terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieran conocer si el terrorismo tiene futuro como terrorífica acción o no lo tiene.

-Para todas aquellas personas que, al fin y al cabo, no se quieran abandonar a la desazón ante el terrorismo

Eleuterio Fernández Guzmán

http://infocatolica.com/blog/meradefensa.php/1107071218-un-libro-aleccionador-lemgla

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